martes, 1 de abril de 2014

Manuel Benavente, escritor

Mi tío-abuelo, al que recién después de tantos años vengo a conocer, fue un gran escritor. Por eso he decidido mostrar algunas de sus obras.

Por ejemplo, de su libro "Alegorías y Micropoemas", tal como lo dice el título es un conjunto de bellísimas alegorías que tratan sobre distintos temas y también una serie de poemas breves muy bonitos.
Aquí les dejo una muestra:
 
El Hilo de Agua
 
       -Soy el humilde Hilo de agua del valle. Tengo la diáfana alegría de la sencillez y la dulzura. Los niños y los corderillos me cruzan sin miedo. Como no soy ambicioso, no tengo crímenes que reprocharme. Vivo feliz, poblando el espacio de ritmos suaves, acariciadores, que sólo yo escucho.
       No me desalienta esta insignificancia. Sé que soy una nota en la gran armonía del universo. Me lo dijo Dios. Dios mismo, cierta vez que me atreví a interrogarle, sin pensar en que él pudiera oírme.
      -¿Por qué -dije- me has dado un destino tan humilde? ¿Por qué no me hiciste Mar, para que mis aguas se vieran surcadas por mil navíos y los hombres me admiraran y temieran; o Río que retratara en su corriente ciudades, árboles, montañas?
      Dios me respondió:
      -No blasfemes, Hilo de Agua. Tienes todo lo que se necesita para ser feliz: alegría, candor, transparencia... ¿Por qué envidias la suerte de los otros? ¿No te ofreces como una copa de frescura al sediento caminante? ¿No se mecen en tus orillas las hermosas flores del valle? ¿No eres armonioso y puro?
      -¡El Mar es inmenso! - suspiré.
      -Pero su amargura es tanta como su inmensidad.
      -El Río es bello y grande.
      -Sois inconformables. El Mar y el Río suspiran por la simplicidad perdida... Y sin embargo, todos sois una misma cosa: agua.
      -No conozco del mundo nada más que el corto camino que recorro.
      -Eso te conserva sencillo y bueno.
      -Diariamente saludo a la Montaña sin que ésta se digne mirarme.
      -Porque no te oye. Pero no lo lamentes. La Montaña siente el loco deseo de tocar el cielo y fracasará eternamente. Por eso está siempre triste y pensativa. Vive atormentada por el fuego que devora sus entrañas.
 
      Quedé un momento silencioso y luego, convencido, agradecía a Dios mi insignificancia.
      Desde entonces estoy contento con mi suerte.
 
 
Inocencia
 
Tiene los cabellos rubios
y el mirar suave y alegre
la mimosa mañanita 
                 de setiembre.
 
Canta, perfuma, sonríe,
sin ponerse a meditar
que el mediodía de fuego
pronto la marchitará.
 
En la copa de la tarde
caerá el licor de su ensueño...
y lo beberá la noche
              en silencio... 
  
 
La Cometa, el Hilo y el Viento

La Cometa: ¡Ah, si pudiera libertarme del Hilo que me sujeta a la tierra!¡Qué embriaguez de cielo!¡Qué júbilo de libertad!¿Por qué detienen mi fuerza y ponen límite a mi deseo? Si el viento me ayudara...
El Hilo: Tienes alas de papel: no debes ovidarlo.
La Cometa: ¿Y si loolvidara?
El Hilo: Aquí estoy yo para recordártelo.
La Cometa: Mi ambición es la luz; mi patria es el sol.
El Hilo: Te abrasaría su fuego; te perderías en su grandeza como una gota en el mar.
La Cometa: ¡Qué importa! ¡El Sol!
El Hilo: Nunca podrás llegar a él. Apenas te es dado, por instantes, despegarte de este oscuro planeta en que naciste y en el que morirás irremediablemente.
La Cometa: No me comprendes, ni sientes lo que yo.
El Hilo: ¿Qué sabes tú de los deseosque ahogo de los impulsos que contengo, de las esperanzas que asesino sin hablar?
La Cometa: ¡Si me concedieras un momento de libertad!
El Hilo: No puedo. ¿No ves que estoy atado a las manos del hombre?
La Cometa: ¡Somos sus esclavos!
El Hilo: No tanto. Estamos sometidos a leyes eternas, inviolables. Como todo lo que vive. ¿Acaso el hombre no obedece a una voluntad superior a la suya? Cuando cree cumplir su deseo tal vez no haga otra cosa que acatar una ley que desconoce. Convéncete: siempre hay una fuerza oculta que nos domina.
La Cometa: ¡Qué frías y sin alma tus palabras!
El Hilo: Son las de la prudencia.
La Cometa: La desprecio. ¡Qué cobarde es! No ha dado nunca santos ni héroes.
El Hilo: Haces mal. Sólo ella sabe ponerle vallas a vuestra locura.
La Cometa: ¡Santa locura la que anhela romper las groseras mallas que nos aprisionan!
El Hilo: ¿Y quién sabe si la verdadera santidad y el mayor heroísmo no están en someterse valerosamente al destino?
El Viento: ¡No le creas! Mírame a mi, que voy y vengo, canto, rajo, acaricio, destruyo, corro, silbo, río, sin más ley que mi voluntad.
La Cometa: ¡El Viento! ¡El Viento! 
El Hilo: ¡Cuídate, amiga, de su perfidia! Seductora es su voz, pero miente. No sabe por qué ruge, ni por que calla. Es como nosotros, un simple instrumento en manos de los dioses.
El Viento: ¡El triunfo es de los que se atreven!
La Cometa: ¡Sopla más fuerte!
El Hilo: ¡Insensata! La muerte te aguarda.
La Cometa: ¡Más! ¡Más!
El Viento: Un último esfuerzo, y serás libre. ¡Libre! ¿Por qué vivir como gusanos pegados a la tierra? ¿Por qué no volar cuando se tienen alas? Piensa en el éter sin límites. Mira la divina brasa del sol.
El Hilo: Caerás. Te destrozarán los brazos de los árboles. Estás ebria y ciega de orgullo. ¿Por qué no me escuchas?
El Viento: ¡Cállate, esclavo! ¡Adelante, amiga mía! ¡Atención!
La Cometa: ¡Sopla, sopla mas fuerte! ¡Llévame en tus alas invisibles, arrúllame con tu música, envuélveme en tus perfumes, condúceme a la cumbre luminosa de los sueños!
El Hilo: Aún es tiempo. Te engaña la canción de las sirenas.
El Viento: Llegó el instante. ¡Alégrate! ¡Eres libre!
La Cometa: ¡Al fin! ¡Gracias!
El Hilo: ¡Ay!
 
La Cometa: ¿Qué es esto? Desciendo en vez de subir. ¡Viento, sálvame! ¿Por qué ríes con esa risa de demonio? Voy a caer sobre las ramas de los árboles... ¡Infelíz de mi!
Una Voz: El viento está lejos ya. Empieza a caer sobre la tierra una tenue lluvia de sombra...